El nuevo Gobierno de España ha empezado con algún que otro contratiempo, que unos y otros -cada mitad, para ser exactos- aprovechan para sí. En una nota, hecha pública por la Secretaría de Estado de Comunicación, Moncloa asegura que “dado el horizonte electoral decidido por el president de la Generalitat, Quim Torra, no se dan las mejores circunstancias para iniciar el diálogo entre gobiernos, cuando uno de ellos ha puesto punto y final a la legislatura y el nuevo Govern no podrá constituirse hasta la celebración de las elecciones anunciadas”. A juzgar por la ingente cantidad de páginas en la prensa nacional y las horas en televisión que se han dedicado a este tema, es probable que siga siendo el protagonista por los próximos dos meses… o dos años. No es de extrañar que Sánchez y los agentes sociales hayan firmado recientemente el acuerdo que subirá a 950 euros brutos mensuales el salario mínimo interprofesional. Y es que de otra cosa hay que hablar antes de que llegue el Carnaval y la gente se entretenga eligiendo disfraces y chirigotas. También había que desviar la atención del encuentro “fortuito” del ministro Ábalos con la vicepresidenta del régimen bolivariano de Venezuela a quien la Unión Europea sancionó y prohibió la entrada por violación a los DDHH, y el Gobierno de Sánchez y sus aliados decidieron saludar “en territorio español”.
Quizá haga falta otro aumento salarial o medida social similar para que la opinión pública y, sobre todo, la oposición, olviden esta afrenta a Europa. Los olivareros, por su parte, no se quedan atrás, también reclaman lo suyo. El bajo precio del aceite de oliva los ha llevado a movilizarse, cerrar la A4 y las autovías de Granada y Córdoba. Dicen estar arruinados, así que también darán mucho de qué hablar en los próximos días, o meses. Pero no nos desviemos nosotros mismos, que en menos de siete horas el Gobierno ha tenido que dar un giro político sin precedentes para rectificar su posición respecto a la negociación con Cataluña. La maniobra de Torra anunciando elecciones sin fecha ha enturbiado más, si cabe, el panorama político, mientras PP y Ciudadanos hablan de pacto en la zona, otro ingrediente para el coctel. Y ya empiezan a leerse titulares como: “Solo una ministra de Unidas Podemos ha tenido actividad pública en 18 días”. Hablan de la ministra de Trabajo, la que justamente ha estado al frente de la subida del salario. Las críticas comienzan a llover. Y todos sin paraguas. Esto, señores, solo acaba de empezar. Dios nos coja confesados los próximos cuatro años.