Sandra Martínez-Raguso es de Santa Eugenia. En 2019 ha publicado su primera novela, “El juego de morirse”, ambientada en nuestro barrio. Actualmente, vive en Estados Unidos y hemos conversado con ella en exclusiva para conocerla mejor y que nos cuente su historia.
Revista Santa Eugenia: ¿Cómo te defines?
Sandra Martínez-Raguso: Me defino como una mujer que se ha hecho a sí misma, familiar y trabajadora, con las metas claras y con un gran entusiasmo por la vida.
R.S.E.: ¿Cómo y cuándo te surgió el amor por las letras?
S.M.R.: Escribí mi primer poema con 6 años, cuando mi padre me regaló un libro de poesía infantil de Juan Ramón Jiménez. Recuerdo que al final del libro había unas páginas en blanco que eran para escribir tu propio poema. Y ahí empezó todo para mí. Tengo infinidad de cuadernos abarrotados de cuentos escritos en mi infancia. Siempre ganaba los concursos literarios del cole (fui al colegio Zazuar) y publiqué varios poemas en la Revista Santa Eugenia en mi juventud; también en la Revista Literaria Safo, asociada con la Universidad Carlos III de Madrid. El juego de morirse es mi primera novela.
R.S.E.: Ahora vives en EEUU, ¿qué estás haciendo allí, piensas volver a Santa Eugenia?
S.M.R.: Me marché a EEUU para estudiar y me licencié en Filología Hispánica en la University at Buffalo, en New York. También complete un Máster en Literatura Española y formé parte del programa de Doctorado en Lengua Española en la misma universidad. Soy profesora de español en Lycoming College. Vuelvo a Santa Eugenia todos los veranos con mi marido y con mi hijo, a mi casa de toda la vida, donde siguen viviendo mis padres.
R.S.E.: ¿Qué te ha inspirado para escribir tu primera novela, ambientada en Santa Eugenia?
S.M.R.: Pues, precisamente, una anécdota que me ocurrió en Santa Eugenia. Mientras estudiaba Derecho en la Universidad Carlos III, trabajé como actriz en la compañía “No hay quorum,” dirigida por Sergio Peris-Mencheta. Éramos un grupo muy ecléctico de actores, algunos amateur como yo, pero muchos otros profesionales. Uno de estos actores, con el que yo tenía una relación sentimental, era bastante conocido y participaba en una serie de televisión muy popular en esa época (estamos hablando de comienzos de los 2.000). Él tenía la costumbre de venir a buscarme a mi casa de madrugada, después de salir de sus ensayos. Yo vivía en el número 8 de la calle Zazuar, y cuando me venía a buscar, siempre aparcaba enfrente del colegio, así que me tocaba atravesar la plaza de noche y subir una cuesta de hierba que está cerca del parque. Una noche, cuando volvía a casa después de quedar con el actor, me llamó al móvil cuando ya estaba entrando en mi portal. Me dijo que mientras yo bajaba la cuesta, había visto la sombra de un hombre que me seguía. Me pareció el comienzo ideal de una novela negra, y así es exactamente como empieza El juego de morirse, con la protagonista, Silvia, asesinada en el ascensor de su casa en la calle Zazuar.
R.S.E.: ¿Qué le dirías a una niña que le guste escribir?
S.M.R.: Le diría que lea muchísimo, ya que leer es fundamental para ser escritora. También le recomendaría que escribiera todos los días sobre su vida cotidiana y la gente a su alrededor. La mirada del escritor es capaz de encontrar literatura hasta en las cosas más simples. A esa niña le diría que encuentre su propia voz y que se haga escuchar. Que nunca se rinda.
R.S.E.: ¿Cuáles son tus planes a futuro con la escritura?
S.M.R.: De momento sigo promocionando El juego de morirse. Estaré presentándola en el Centro Cultural Zazuar el 30 de abril. También seré una de las autoras que estará firmando libros en la feria del libro de Valencia y en la de Madrid. Tengo varias presentaciones y firmas confirmadas para el verano y estoy pendiente de asistir a la famosa Semana Negra de Gijón, en la que se dan cita los mejores escritores de novela negra en España. Además ya estoy preparando mi segunda novela, que estará ambientada en EEUU.
R:S:E.: ¿Qué recuerdas de tu barrio cuando eras niña y qué es lo que más extrañas hoy que estás lejos?
S.M.R.: El que se ha criado en Santa Eugenia y se marcha lejos, al volver percibe un olor especial. El barrio me huele a nostalgia y a ilusión. Me marché con 24 años, por lo que todos los recuerdos más importantes de mi infancia y de mi juventud ocurrieron en el barrio: mi vida escolar en el colegio Zazuar, en el que estudié hasta COU, las fiestas en el sauce con mis amigos, la feria de San Juan, la heladería Siena de antes, la piscina del barrio, las tienda de chuches de Jesús, el gimnasio Star (donde estudiaba baile), el mercado Santa Eugenia, donde nos comprábamos palmeras de chocolate en los recreos, mi novio de siempre, que vivía en Virgen de las Viñas, don Carmelo (Q.E.P.D) y la parroquia, donde hice mi confirmación y donde iba siempre a misa de 11 con mis amigos del barrio, Ana y Jorge, (era la misa de los jóvenes)… Tantísimos recuerdos de una vida feliz en nuestro barrio. Como dijo el famoso poeta Mario Benedetti, “el olvido está lleno de memoria.”