La primavera, la sangre altera. Y si hay elecciones, aun más. El pasado 26 de mayo asistimos de nuevo a votar. Dos procesos electorales seguidos han dado mucho de sí. Y esperemos que no den para más, al menos, hasta el verano y, con suerte, durante los próximos cuatros años. Los ciudadanos ya han elegido, ahora le toca a los políticos ponerse de acuerdo, y hacer los pactos que hagan falta para formar gobierno y proporcionar una estabilidad al Estado, que ya se antoja necesaria. Todo sea por que la providencia no nos haga pasar de nuevo por otro proceso, como hace apenas una legislatura, accidentada por demás, de la que da la sensación de que pasó el siglo pasado, pero no. Los españoles necesitamos hablar de la sanidad, del empleo, de la playa y el verano si es preciso, porque entre tantos dimes y diretes políticos, variopintos debates presenciales, ausencias notorias, ruedas de prensa y mensajes electorales, el cacao amenaza con empeñarnos hasta el prisma con el que miramos la realidad, por no decir las vacaciones. ¿Ganadores? ¿Perdedores? Si hablamos de pactos, en la Comunidad de Madrid, que es al fin y al cabo en la que vivimos, el triunfo ha sido del bloque de centroderecha. Es lo que tienen las matemáticas, la ley D’Hondt, la de Murphy, o la que quieran aplicar. Y si hablamos de votos, puros y duros, la victoria ha sido para los socialistas. ¿Conformes? No. Hay quienes también les gusta machacar a los perdedores y meter el dedo en la herida, sobre todo, cuando el viento no ha soplado a su favor. Para ellos, la división entre Errejón e Iglesias ha hundido el proyecto progresista, y que la enorme vía de agua que se le ha abierto al partido morado es el resultado de aquellos lodos de la lucha encarnizada con quien fuera su mano derecha. Los contrarios, para explicar la “debacle” de la derecha, a Díaz Ayuso le endilgan la responsabilidad de llevar a su formación a la primera derrota electoral en la región desde 1991, logrando 18 escaños menos que Cifuentes en 2015. Pero… ¿quién presidirá la Comunidad? Todo apunta que esta última. Y una vez proclamado el representante, de poco valen los desahogos literarios y los sesudos análisis de esta etapa de negociaciones. ¿Alguien se acuerda que hace apenas cuatro años, Esperanza Aguirre ganó las elecciones municipales a la alcaldía de Madrid, pero el PSOE de Carmona, fiel a su naturaleza, apoyó a Ahora Madrid para que Carmena fuera la alcaldesa? Memoria corta, le llaman. Por eso, los ganadores y los perdedores se miran, según el cristal con que se mire. Eso sí, mientras no perdamos los vecinos, todo está bien. Feliz primavera.