Ni Richard Clayderman en su piano sin control

Corría el año 2007 cuando un ingenioso comercial irrumpió en las cadenas de televisión anunciando el nuevo modelo de una conocida marca francesa de coches. El slogan era: Elige el camino difícil. Catorce años después, quienes lo recordamos seguimos agradeciendo la genialidad de sus creativos, porque si entonces nos sacó una carcajada, hoy –además- nos permite rescatar la moraleja.

El protagonista de la historia -el conductor del vehículo- recorría una carretera que podía ser cualquiera de la España profunda mientras sonaba la música de La historia interminable con una extraordinaria letra que iba narrando la serie de insólitos obstáculos que el hombre iba sorteando gracias a la máquina que conducía y -seamos justos- a su pericia.

Desde marzo de 2020, todos nosotros somos ese conductor, exactamente desde el día 10, cuando vimos aparecer a Fernando Simón por primera vez en nuestras pantallas. Él no sabía que su vida cambiaría en ese momento, y nosotros tampoco. Cuatro días más tarde decía Pedro Sánchez: “Para combatir esta emergencia de salud pública, haremos lo que haga falta”. Y tanto. Desde entonces, la serie de insólitos obstáculos que hemos tenido que sortear en nuestro camino también podrían valer para el guión de un anuncio de televisión con la canción de Limahl o –ya puestos- una película.

En estos 11 meses hemos pasado de transitar una senda de cotidianos desniveles a caminar por una llena de “curvas imposibles, una obra sin razón, jabones, una vaca sorda, carteles sin comprensión, superhéroe herido, rocas en reproducción, ciclistas que distraigan y una maratón” (los obstáculos del citado comercial) … o lo que hoy es lo mismo: un confinamiento absoluto, desescalada acelerada, cierre de fronteras, aumento de la incidencia acumulada, confinamientos perimetrales, aislamiento social, reuniones de máximo dos personas, tercera ola, cepa británica, cepa africana, toques de queda, cuarentenas obligatorias, retraso en la vacunación, rachas de viento, lluvias torrenciales, terremotos y hasta nieve, como en el anuncio, pero en la vida real.

Ahora vamos al supermercado y hablamos con los reponedores de PCR, EPI, FPP2, FPP3, ERTES e hidroxicloroquina como si de harinas se tratase, y salimos convencidos de que algo sobrenatural nos pasará antes de llegar casa. Es lo normal desde que Simón apareció en nuestras vidas.

Debemos confesar que últimamente nos sentimos protagonistas de una historia interminable, pero también reconozcamos que superar tantas dificultades nos ha hecho fuertes. Autónomos, padres, madres, profesores, empresarios, estudiantes, empleados, conductores… todos hemos aprendido que no hay obstáculos insalvables cuando la meta es reconstruir y continuar.

Después de este aprendizaje, ni Richard Clayderman en su piano sin control podrá detenernos en la carretera de esta vida que nos está tocando recorrer. Como en el anuncio, aunque elijamos el camino difícil, estamos preparados para seguir adelante. He aquí la moraleja.

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