La Agencia Estatal de Meteorología dijo que en Madrid cayeron 33 litros por metro cuadrado en forma de nieve las 24 horas previas a las 7.00 horas del sábado 9 de enero. Y eso fue lo que cayó también en forma de solidaridad vecinal en Santa Eugenia. Filomena ha sido la nevada más abundante desde, al menos, 1971, pero también la fiel representación de que, ante las dificultades, los madrileños trabajamos a una.
Horas antes sabíamos que nevaría, lo que no nos podíamos imaginar era que nevaría tanto. Casi nos pilló comiendo roscón y abriendo los regalos de reyes.
Los primeros copos fueron muy bonitos. El jueves 7 de enero comenzó a ponerse todo escarchado y hubo hasta quienes se dieron un paseo por el Cerro Almodóvar para divisar el barrio vestido de blanco. Pero los segundos, ya no lo fueron tanto. A las 9 de la noche del viernes 8 de enero, el colapso se antojó inevitable. Y hasta que llegó la “normalidad”, pasaron muchos días, y voluntarios.
De las redes sociales a la comida para los conductores de la EMT
En la cabecera del 58 se quedó el primer autobús, y otros seis a la altura de la calle Puentelarrá. La noticia comenzó a rodar por las redes sociales y, a los pocos minutos, comenzaron a llegar vecinos con alimentos y bebidas calientes. Hasta los chicos de Los Madriles se acercaron con comida cuando cerraron el bar.
“Fue tanta la comida que trajeron los vecinos que tuvimos que pedir por favor que nadie más bajara comida. La gente se volcó”. Lo cuenta Ignacio Benito, miembro del Consejo de Administración de EMT pero, sobre todo, vecino del barrio.
Benito intentó hablar con el gerente de EMT para que enviaran un mensaje a todos los conductores de Madrid autorizando que dejaran los autobuses donde estaban y pudieran irse a casa. Pero cuando el mensaje llegó ya era la 1:30 de la madrugada y el Metro había cerrado.
Los siete conductores más otro que, a medianoche, llegó andando desde la gasolinera de la A3 donde había dejado el autobús, pasaron la noche en Santa Eugenia, dentro del autobús más nuevo, que tenía la calefacción más fuerte. “Les prometieron que vendrían a por ellos pero nunca llegó esa ayuda”, explica Benito.
A las 6:00 horas del sábado 9 de enero se fueron andando a través de la nieve hasta Villa de Vallecas para coger el Metro. Si no hubiese sido por el calor de los vecinos del barrio, la noche habría sido aún más dura.
De los muñecos de nieve a las sendas
Ese sábado amaneció medio barrio jugando con la nieve. Bolas, muñecos, ángeles… Grandes y chicos se lanzaban con trineos por las pequeñas pistas que antes eran escaleras, hasta tablas de snowboard hubo, y todo fueron fotos y risas. Nadie recordaba a Santa Eugenia tan blanca y eso había que disfrutarlo.
Pero llegada la tarde, comenzaron a darse cuenta de que si sucedía una emergencia, hasta salir del portal iba a ser imposible. Entonces aparecieron los primeros grupos de WhatsApp para convocar “cuadrillas de limpieza”. Se hacía evidente que los recursos municipales no llegarían en días -estaban destinados a hospitales y vías principales- por lo que había que ponerse manos a la obra.
El domingo 10 de enero hubo dos tipos de grupos de trabajo. Había que abrir caminos. En casi todos los bloques se organizaron vecinos para despejar sus accesos. Otros grupos se juntaron para liberar pequeñas sendas por el barrio. En este grupo estuvo Benito, mañana y tarde.
“Abrimos un camino desde el mercado de Virgen de las Viñas hasta el quiosco de Castrillo de Aza. Nos faltó llegar hasta la estación, que era nuestra intención inicial” cuenta el concejal. Pero al final lo lograron, eso y más.
De los caminos con bandejas del horno a la normalidad
Los voluntarios, ya organizados en brigadas vecinales, decidieron participar en aquellas acciones que beneficiaran a cada vez más gente. Por eso, unos abrieron caminos hacia el mercado por el centro del barrio, y otros hacia el centro de salud, la galería comercial… Las palas eran sobre todo prestadas del huerto urbano y de la parroquia, aunque la gente bajó bandejas del horno, recogedores o lo que tuvieran a mano. Quitar el hielo era complicado y requerían minuciosidad para evitar dejar restos que provocaran resbalones. Hubo quienes estuvieron toda la semana ayudando.
Un grupo de ellos decidió ayudar en la Escuela de Hostelería del mercado, que se volvió a poner en marcha y ha salido adelante fundamentalmente por decenas de voluntarios del barrio.
Convertidos en expertos, el fin de semana siguiente volvieron a la carga las AMPAS de los colegios. Fue una convocatoria extraordinaria, tanto, que hasta llegaron a liberar paradas de autobuses, cerca y lejos de los colegios.
Aunque algunos pocos arriesgados se atrevieron a sacar su vehículo, la normalidad tardó bastante en llegar. Hasta el sábado 16 de enero no volvió el 145, primera línea en retomar su actividad en el barrio.
“Lo mejor de la nieve ha sido el compromiso de la gente”
Para el concejal socialista Ignacio Benito, “lo mejor de la nieve, desde mi punto de vista, ha sido el compromiso de tanta gente organizándose para solucionar problemas y la estampa de los primeros días. También que se haya puesto en valor el trabajo de mucha gente que pasa desapercibido demasiadas veces: conserjes, operarios de limpieza, brigadas forestales”. Sin embargo, para Benito también ha tenido su lado malo. “Lo peor, el incivismo de muchas personas: a las dos semanas se fue la nieve y se quedaron las cacas de perro. Ni son todos, ni tan siquiera la mayoría de los dueños, pero qué estampa más desagradable. También que muchos de los árboles del cerro, de los que riegan y cuidan un grupo de vecinos, involuntariamente han acabado partidos o arrancados por los trineos. Y un aprendizaje: la nieve es preciosa pero no estamos preparados para convivir con ella”.
“Gracias a Manuel por la pala”
La Asociación 11-M afectados del terrorismo agradece al presidente de la Asociación de vecinos La Colmena, Manuel Martínez Garzón, quien la tarde del domingo 17 de enero no solo prestó las palas necesarias sino que también ayudó a su presidente, Eulogio Paz, a limpiar de hielo y nieve la entrada a la asociación.
“Gracias al joven de la 4×4 de Castrillo de Aza 20”
“Creo que sería importante dar nombre o al menos un gran homenaje a esas personas que estos días han ayudado tanto a los demás. Es el caso de un chico joven del que no sé el nombre, solo que vive en Castrillo de Aza 20 y tiene un 4×4 grande gris. El sábado llevó a un señor mayor al hospital para diálisis cuando no conseguíamos que vinieran a por él ni SAMUR ni nadie del 061. Mi sorpresa fue enorme cuando, al día siguiente, este chico salía de su casa y se le acercó otro chico para preguntarle si podía llevarlo al hospital para recoger a su madre que le habían dado el alta el día anterior. No se lo pensó ni un segundo y le dijo que sí, y que les traía de vuelta a casa. Seguro que ha habido más gente como él, pero creo que como vecinos al menos debemos darles las gracias”. María Jesús.
“Gracias a mis vecinos”
“Quiero dar las gracias, el primer día a mi vecino Adrián, a la madre de Paco que no dudó en movilizar a las vecinas para coger sal, a mi vecina Loli que me dio toda su sal para hacer un camino, así como a la vecina de los trineos que con todo lo que llevaba encima dejó todo para traernos sal. En el segundo día, quiero dar las gracias a Fernando y a Conchi que bajaron con lo puesto y con un palo de fregona y un martillo no dudaron en hacer un camino, a Ángel que rápidamente nos buscó más materiales, a Roberto y su esposa que nos ayudaron a hacer otro camino, a Julita y Ana, la presidenta que ayudaron con la sal y, sobre todo, a esta última que ponía la mejor de las sonrisas a pesar de las circunstancias, y a mis vecinos Jesús, Juan y Ricardo que estuvieron pico, pala, martillo y sal hasta el final. A Federico y Julián…y a esos vecinos que con 80 años siguen siendo los pilares de la comunidad, a Lucio y otros tres vecinos que con cubetas y recogedores no dudaron en dejarse su espalda para hacer un camino. Quiero agradecer a los jardineros y porteros, en especial a Alexe, Calin, Mario y Lorenzo que fuera de su horario ayudaron a hacer caminos y talar árboles. Al grupo de rumanos, que no dudaron en ayudar a su comunidad, liberando en varios portales, plazas y calles: Stefan, Alex, Florín, Gabriel, Gheorghe, Viorel, Ovidiu, Ion, Vasile, Ciprian, Vili. A Adrián, otro vecino que con su 4×4 ayudó a gente a moverse. Y a G. M. Pascu, que ayudó tanto a liberar portales, calles y plazas con su pala de aluminio, que se rompió en dos. También quiero hacer una mención especial a aquellos vecinos que aunque no han hecho caminos a través de los grupos de Facebook, han informado de la calles y de los supermercados, así como del transporte y llamando al 010 y112”, una vecina de Zazuar 1, 3 y 5.
“Gracias a todo el barrio”
“Que ese agradecimiento sea para todo el barrio porque el domingo en la calle Poza de la sal, estábamos todos los portales limpiando nuestros garajes, edificios, entradas… y creo que la portada del mes que viene debería ser una imagen del barrio y un GRACIAS en grande”. Antonio GC.