Texto e ilustración: Jorge Chaumel, Doctor en Historia, cinéfilo empedernido y escritor aficionado
Ángeles Rodríguez Hidalgo fue conocida en ciertos ámbitos municipales y rockeros como La Abuela Rockera, allá por los ochenta. Con sus 85 años no había concierto o ambiente rock de la Movida Madrileña que se perdiera, convirtiéndose en uno de los personajes más interesantes del distrito vallecano de la época.
Nació en 1900 creciendo y envejeciendo con el s.XX. De origen argentino se instaló con su familia en Sevilla. Con 23 años casó y con 41 enviudó. Decidida en sacar adelante a sus cinco hijos fue asistenta en varias casas del barrio de Salamanca y trabajó en Caja Postal. Y fue entonces cuando, la ya abuela, septuagenaria y viuda, amante de la copla, una noche… dio con el programa La radio de las sábanas blancas en Radio 5. Preguntó a su nieto Pol Morollón por lo que oía, y su vida cambió. Desde entonces fueron juntos a conciertos y locales del momento.
Imprescindible de la noche madrileña, era la abuela de todos. Rock, fiesta, alcohol, se sucedían en un ambiente aparentemente vetado a su generación. Sus apariciones en programas de radio y televisión se sucedieron, amiga del grupo Sobredosis, y sobre todo de Azucena, cantante del grupo Santa, todas las figuras del panorama heavy la conocían. Algunos la invitaban a subir al escenario, como era costumbre del grupo Panzer, quien la escogió para fotografiarla en su portada “Toca madera” en 1985 con cazadora y gorra de cuero.
En 1993 murió en el hospital de la Princesa, pero el 25 de mayo de 1994 se dio una actuación con Esturión, Ñu, Asfalto y Sobredosis recaudando fondos para levantar su clásica estatua en Vallecas.
Acudamos al momento de su cambio junto a su nieto:
– Abuela, quiero ir a un concierto, pero no me dejan ir sólo. ¿Me acompañas?
– Pues claro, hijo. Es de ró, ¿No?
– Sí abuela, de rock.
– ¿Como los ye-yés?
– No precisamente.
Y así empezó todo…
Veamos un día habitual de la abuel
Come en su cuarto de estar, remienda sus medias y mira de reojo la televisión, los Scorpions tocan “Big City Nights”. Llega su nieto a casa con amigos –Venimos a por unas cervezas, abuela. Luego nos vamos todos a oír los temas nuevos de la banda –
– Vale. Me voy con vosotros.
En un local, un rato después la batería poderosa, las guitarras estridentes y la voz líder del cantante cubren la atmosfera de tres metros cuadrados. Terminan.
– ¿Qué te parece abuela?
– Ella determinante juzga: – Le falta marcha, le falta marcha… ahora me voy a la radio…–
En la radio la presentan, ella responde frente al micrófono, compañero de varios años en sus comentarios musicales:
– Mi arma buenas noches…
– Llevas con nosotros siete años y sigues igual de guapa. – La piropea el locutor.
– ¿Verdad que sí…? Luego nos vamos de copeo por ahí ¿No te parece bien? Hasta las cuatro de la mañana y después cafecito con churros. –
Sale de la casa, mira las motos aparcadas, se está aficionando a ellas. Se acerca un motorista con ruido de escape. –Vamos, abuela. – Ella sube, la motocicleta combustiona y ruge. Se alejan calle abajo.
Discoteca, pop en los altavoces. En una mesa vasos vacíos y otros a mitad.
– Pero bueno, ¿Es que no vamos a bailar? ¿Pero no quiero música ratonera eh?
– ¿Qué quieres, abuela?
– Rock duro y todo el mundo a bailar ¿Eh?
Allí está Azucena de Santa, bailan las dos rodeados de amigos. Fans, melenas, tachuelas y cueros en danza.
Horas después acude a un concierto. El alto voltaje de la megafonía anuncia:
– Una invitada muy especial que me gustaría que viniera para acá. Vamos a llamar a la abuelita rockera.
– ¡Abuelaaa, abuelaaa, abuelaaaa! –Corea el público. Sale al escenario, la abrazan.
Ángeles tira besos, baila y enseña su bandera de Panzer.
– ¡El símbolo de la autentica juventud! ¡Qué aprendan los carrozas! – grita el cantante.
La noche engulle la fiesta. La van a entrevistar. Coge el micro:
– ¿Qué pasa? ¿Estáis contentos? Porque yo estoy muy contenta con esta juventud. Así tenían que ser todas las personas mayores. Tengo 83 años y me gusta el heavy, el ró y las sevillanas. Y Miguel ríos, y Ramoncín y Obus, y los Leño, y los Topo. Todos, todos pa mí…, mu contenta.
Los rayos de sol se reflejan en los cristales de los edificios y los aromas de café surgen de los primeros cierres comerciales que se elevan… amanece. La abuela vuelve a casa con Azuzena cantando…
– Vamoooos … muy bien, borrachos como cubas ¿Y qué? Y ya no parareeemos… hasta no poder veeeer.
Carcajada de ambas, Ángeles abrigada y bastón en mano… llegan a su portal.
– Bueno, abuela…–
– Tú ¿A dónde vas?
– A una fiesta rockera.
– Bueno, pues luego te busco…
– Pero duerme un poco.
– Yo no duermo…
Y así era ella.
Amiga rockera. Solo el tiempo nos separa…